Luego... luego de tomar tantas fotos, luego de regresar a mi casa, de estar pendiente, como péndulo, de la televisión por horas, luego de ver como gente degradada dispara sus pistolas y rifles y demás mierdas los unos contra los otros, uno sin dejar de escuchar las balas aquí, más gente ahuyentando ladrones de sus propiedades, solo se pone a pensar en tanta gente que hoy día actuó por otros, unos que ayudaban a los que se ahogaban por los gases, otros que confortaban a ancianos y a recién nacidos en sus cunas, otros que disparaban por sus familias, por su patria, por su presidente, y todo sin sentido, porque hay algo entre el cielo y el infierno que los puso ahí, que nos pusó ahí, víctimas del destino más que ningún otro... El que no a respirado aire lacrimógeno no puede saber que ese aire viene de una granadita insignificante de metal, y que esa granada viene de un barril, que pertenece a una pistola, que depende de un gatillo, el cual depende de un dedo, que pertenece a un hombre, doblegado por su conciencia y su necesidad, necesidad que ha sido manipulada por un hombre que, o está sentado en su casa, cómodo, sonriendo, o está en medio de todo como un mártir sin religión.
Todos hoy, en la mitad del mundo, fuimos víctimas, más que nadie en el mundo, de un destino que no fue, de un destino que se cumplió. Bailan los disturbios en toda su horrible belleza, como anunciaron los futuristas. Ahora se viene lo bueno. La verguenza, la venganza, la condena. A un apretón del gatillo está la desgracia. Hoy dimos un paso atrás, y no fue culpa de la policia, no fue culpa de la derecha, no fue culpa de la izquierda. Fue culpa del montón. Vamos atrás, estamos atrás, no en el camino de los que predican el capitalismo ni el socialismo; estamos atrás en nuestro camino propio, el camino de liberarnos de un gobierno, de una policia, del poder. Una pérdida diaria que hoy se mostró en todo su esplendor cuando un poder mostró, solo por un día, lo que es vivir sin poder, lo que realmente podemos ser cuando no se nos controla. Estamos lejos, lejos de la realidad que se avalanza en su incociencia sobre nosotros, cada día, cada minuto. Somos un remedo de cardumen. Cada quién es una pieza de una máquina infernal. Por eso hay belleza en el disturbio, por eso la gente baila entre humo. Nuestros ideales son demasiado débiles y nosotros hacemos otro tanto por esta debilidad. No importa que piensen los otros paises sobre esto: que nos miren bien es irrelevante, es vacio, es muy útil mas es estúpido. Hay el blanco y el negro, y los infinitos tonos de gris en el medio, y el que no los ve está ciego. Y en país de ciegos, el vidente es rey.
